CRÓNICA: FIL GDL 2017

13 enero 2018





El año ha comenzado las editoriales publican los nuevos lanzamientos, los escritores continúan buscando inspiración y los lectores siguen llegando su lista de deseos. Todos parecen avanzar, menos yo, que hace ya más de un mes que la FIL GDL tuvo lugar y la crónica de la misma por poco se nos va de la manos.
Como cada año, el blog publica una entrada donde Dani nos relata su experiencia en ella, sin embargo en esta ocasión he tenido el privilegio de tomar la batuta para platicarles un poquito de lo que me tocó vivir en ella.

Cuando la ciudad planea un evento de esta magnitud, parece que los habitantes se paralizan. Todo es un caos, las avenidas están atascadas de tráfico, los choques están a la orden del día y el transporte público deja incluso las puertas abiertas, negándose a perder un pasaje —aunque para buena suerte, este año el gobierno decidió incluir un transporte especial para todos aquellos que irían a la fil, y todo esto sin costo adicional—. Una vez superada la primera prueba, uno debe proceder a formarse, dependiendo del día puede que te toque esperar no más de quince de minutos. Para mi buena suerte los días en los que asistí fue bastante rápido y entré en tan solo cinco minutos a lo que sería toda una odisea.

La atmósfera estaba cargada de gente entusiasmada que gritaba entre si para hacerse escuchar, sobre todo los chicos de secundaria que trataban de pasar el rato, rogando para que aquella “tortura acabara” y mientras tanto estos se dedicaban a pedir abrazos gratis, correr por la zona, tomar fotos al por mayor o simplemente buscar un asiento. Pero a pesar del relajo que estos podían causar, no fue tan difícil dejarlo pasar para concentrarse en tu objetivo. En mi caso tenía una idea de los clásicos que quería agregar a mi biblioteca, sin embargo siendo una lectora asidua tenía la gran misión de hacer rendir el presupuesto. Por esto mismo mi ritual consistía en visitar las editoriales de interés, comparar precios y de vez en cuando preguntar por promociones —caso que ocurre en Random House, donde por trescientos pesos te llevas lo que entré en un caja medio diminuta o los stands de saldos de libros, donde incluso Planeta se apuntó y tenía un espacio adicional en internacional. Los libros rodaban en los cien pesos, y había de todo un poco. También encontré un lugar que tenía compilación de libros importados que incluso salían a una quinta parte de su precio especial-. Realizado lo anterior, procedí a las compras de algunos ejemplares de los clásicos, libros de poesía y uno que otro juvenil, adquirido en BookUp -les invito a que se pasen por su sitio web, tienen un montón de libros en inglés. También cuentan con dos sucursales, una en Monterrey y otra en Gdl—. Con el poco tiempo restante, y como última parada del día llegamos a un stand que tenía partituras, de hecho, cada año colocan un piano para que el público toque alguna pieza o simplemente se tome una foto.

En lo general estuvo muy bien organizado, encontré nuevas editoriales y librerías, la zona internacional estaba más concurrida a comparación de años pasados e incluso se le dio un mayor espacio a los cómics. Lo único que me decepcionó un poco fue el invitado de este año, esperaba que la zona de Madrid, ubicada a pocos metros de la entrada, fuese más grande o incluso con más cosas. Me pareció interesante que tuviesen un espacio para dar información turística sobre este, de la cual obtuve varios folletos con los que hice este lindo collage.

SABY


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